Esta metodología es muy flexible. Es compatible con todo tipo de asignaturas y contenidos. Pero cuando más se le saca provecho es al trabajar de forma interdisciplinaria, es decir, vinculando dos asignaturas diferentes. Esto puede lograrse al ver contenidos enmarcados en un mismo periodo histórico o problemáticas en dos asignaturas diferentes. Por ejemplo en historia se puede trabajar la revolución industrial y en ciencias se puede ver los avances en las tecnologías de esa época o en la asignatura de lenguaje se puede observar la corriente literaria de la época.
Un elemento fundamental al aplicar una metodología tan libre es definir claramente los objetivos de la actividad. Si el proyecto convoca a más de una asignatura, cada asignatura debe definir los contenidos a trabajar de forma clara, para evitar malos entendidos. Es muy importante que el profesor guíe a los estudiantes durante la actividad, realizando guías de trabajo o cronogramas. También es importante mantener una comunicación fluida y retroalimentar los avances de los estudiantes.
Una vez se hayan definido los objetivos y un itinerario de trabajo, se debe seleccionar las fuentes de información. Pueden ser libros, revistas, internet, entrevistas, especialistas, etc. Es importante enseñar a los estudiantes a identificar fuentes confiables y a respetar los derechos de autor. En cuanto a la aplicación práctica hay libertad creativa, puede ser desde la creación de una infografía hasta una intervención frente a un problema en el entorno. Siempre y cuando que los estudiantes puedan respaldar su proyecto desde los contenidos.
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